El tema principal de los dramas románticos es el amor, absoluto e ideal, que está por encima de las convenciones sociales. La imposibilidad de alcanzar un amor puro en un mundo hostil hace que muchos finales sean trágicos, según el sino. No es un hado inexorable al modo clásico, sino un choque entre los protagonistas y la realidad. Abundan los elementos melodramáticos para conmover al público.
El paisaje se adecua a la situación.
Suele aparecer un marco histórico que funciona como un mero decorado.
Se expresará las obras un anhelo de libertad.
Los personajes no cambian, carecen de evolución psicológica. Los héroes tienen un origen desconocido y misterioso. Y su comportamiento está dominado por las pasiones: el amor a la libertad y a la mujer. Las heroínas, bellas, puras y enamoradas.
Formalmente, comparten mucho rasgos con el teatro barroco: mezclan comedia y tragedia para resaltar los contrastes de la realidad, no para imitarla; mezclan verso y prosa, pero sin adecuación. No se respetan las reglas de las tres unidades. Se rompe con la estructura neoclásica.
Utilizan un lenguaje declamatorio y grandilocuente, de gran teatralidad. Con ese fin, dan mucha importancia a la escenografía.
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